Pequeños artefactos prehispánicos
Dentro de la evidencia de actividad cultural prehispánica en el sur de Mesoamérica se ha encontrado recipientes pequeños, sin contenido en el interior y generalmente dentro de un contexto doméstico. No existe hasta el momento una explicación o interpretación adecuada para estos pequeños recipientes, pero hay que considerar que dentro del grupo de habitantes de ese momento hubo viejos, adultos, adolescentes y niños. El proceso de socialización del individuo se inicia desde muy temprana edad, utilizándose el juego como una técnica, consciente o no, para que los niños aprendan el uso de los instrumentos disponibles en su comunidad para la satisfacción de las necesidades.
Si buscamos antecedentes modernos del uso de recipientes pequeños dentro de la sociedad guatemalteca, solo tenemos que recordar la visita a la feria del barrio o del pueblo hace unos 20 años, cuando aún era posible encontrar a los marchantes que ofrecían, además de los «trastecitos» de barro, «pitos» en forma de ave. Actualmente estos «trastecitos» y «pitos» han sido sustituidos por juguetes de plástico.
Los recipientes prehispánicos nos obligan a remontarnos a los primeros 500 años después de Cristo, para visualizar a las niñas que acompañaban a su madre, abuelas, tías y primas en las actividades diarias, observando y participando dentro de un proceso de transmisión cultural de una generación a otra, apoyado con artefactos adaptados y manufacturados a su medida.
Algunos de estos pequeños recipientes presentan decoración en mediano relieve, mostrando un motivo simbólico y de acuerdo a la estructura cosmológica del grupo. Por ejemplo, la decoración en forma de sapo, considero que se relacionaba con actividades asociadas al inicio del ciclo de lluvia. Algunas semanas antes del inicio del ciclo de lluvia se lleva a cabo la reproducción de estos batracios, que se manifiesta con la intensificación del croar, principalmente en los momentos crepusculares. Asentamientos prehispánicos en el altiplano central, como Kaminaljuyu, y cercanos a la playa del lago de Amatitlán, como Mexicanos, tienen esculturas y vasijas en forma de sapo. ¿Pueden las pequeñas vasijas con esta decoración se un complemento y formar parte de un proceso educativo infantil?
Hay otros recipientes, como por ejemplo los cántaros pequeños, que son una réplica proporcional a los de gran tamaño. Me inclino a interpretarlos como artefactos de uso infantil, aunque no dejo fuera la posibilidad de uso por parte de los adultos para el resguardo de porciones de especies, minerales o cualquier otro uso.
También se encuentran artefactos pequeños tallados en piedra, como bases para moler, las que además de haberse utilizado en las actividades culinarias diarias, quizás fueron utilizadas para la trituración y/o pulverización de ingredientes o materiales pequeños y escasos, de uso en porciones que no permitían desperdicio.
Para uso diario, ritual o como juguete, los artefactos pequeños son una muestra de la destreza de manufactura fina que practicaron los habitantes prehispánicos del sur de Mesoamérica. Son artefactos que no compiten con la majestuosidad de las edificaciones, murales, vasijas policromadas y otros artefactos en jade o concha, pero nos permiten conocer una faceta más humana de estas personas.
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