Beaterio de Santa Rosa, La Antigua Guatemala.
Esta casa de recogimiento empezó entre fines del siglo XVI e inicios del XVII; inicialmente se conoció con el nombre de beaterio de Santa Catalina de Siena, también llamado de las beatas españolas; vestían hábito y profesaban la regla de la Tercera Orden de Santo Domingo. El origen se debe a la señora María Gómez, hermana terciaria; ella “recogió” a dos sobrinas que también vistieron el hábito terciario; con el paso del tiempo llegaron a vivir con ellas otras hermanas terciarias; en el testamento de doña María se indicó que dejaba las casas al convento de Santo Domingo para que en ellas vivieran sus sobrinas y las otras beatas.
El cambio de nombre se dio entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII; santa Rosa de Lima, hermana de la Tercera Orden de Santo Domingo, fue canonizada en 1671; aprovechando la reconstrucción del templo después del terremoto de 1717, se colocó una escultura que representa a santa Rosa en una hornacina en el remate; lleva en sus brazos al Niño Jesús como referencia a la experiencia mística que vivió el domingo de ramos de 1617; Rosa de Santa María previo a la procesión de palmas, no alcanzó una palma a ella, por lo que acongojada se dirigió a orar a la capilla, donde tuvo el contacto divino con el Jesús Niño.
Por encontrarse las ruinas del templo dentro de propiedad privada, únicamente se puede observar desde el extremo este de la alameda, el segundo cuerpo y el remate; la fachada muestra pilastras almohadilladas, niños, niños cargadores, ángeles y arcángeles, todos elementos propios de la arquitectura del primer cuarto del siglo XVIII.
En la calle central y segundo cuerpo se observa una ventana, en arco, que servía como iluminación al coro alto: a cada lado tiene dos hornacinas distribuidas verticalmente y en cada una la representación de un ángel de la pasión.
En el intercolumnio este del segundo cuerpo está en la hornacina una escultura que representa a san Vicente Ferrer; vestido con hábito dominico, tiene el brazo derecho flexionado hacia arriba, con el dedo índice apuntando hacia el cielo. En los laterales de la espalda están las alas. Lleva varios libros sostenidos con el brazo izquierdo.
El terremoto de 1773 causó serios daños al templo; las religiosas se trasladaron a Villa Nueva, pero dejaron encargado a Felipe Arévalo de recuperar lo que fuera posible del destruido templo; pagaron el costo del trabajo y trasladaron los bienes a la casa de Melchor de Ugalde, por instrucciones del capellán Domingo Samayoa. En 1774 parece que la casa de Ugalde se quedó solo al cuidado de una mujer, por lo que el alférez Carlos Rivera, alias Jujuya, realizó el traslado estos bienes a otro lugar. Los bienes fueron inventariados en la “Razón de los muebles que se extrageron de la yglecia ruinosa del beaterio de Santa Rosa por encargo de la madre superiora a Don Phelipe Arévalo, pagando su costo y traslación a la casa de Don Melchor de Ugalde, donde se pucieron por dirección del padre capellán, Don Domingo Samayoa, y de allí pasaron, a poder del alférez Carlos Rivera alias Jujuya”.Al momento de solicitar a Rivera la devolución de los bienes resguardados, éste condicionó una compensación por parte de las religiosas por los gastos incurridos, que él totalizaba en 537 pesos. La documentación del juicio seguido a Rivera es extensa; al final entregó los bienes y siguió en busca de justicia y la compensación económica.