Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia
Una escena muy especial de Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia es la que representa una escultura de la Virgen María acompañada de San Vicente Ferrer y San Lorenzo mártir, ya que sintetiza una fase histórica de la península ibérica de los siglos XV y XVI.
Uno de los reportes más tempranos de esta advocación se da al inicio del siglo XV; fray Juan Gilabert, mercedario, fundó en 1409, en Valencia, el Hospital de los Inocentes; en 1414, en la capilla del nosocomio se veneraba una escultura de la Virgen María, a la que se le dio el complementario de los Inocentes; con el tiempo el nombre evolucionó a Santa María de los Inocentes Mártires y luego a Santa María de los Desamparados; en 1493, el rey Fernando, el Católico, le otorgó el título de Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia.
Fray Juan Gilabert , siervo de Dios, mantuvo una buena relación con Vicente Ferrer, santo dominico, la que duró aproximadamente tres años en un viaje apostólico que realizaron dentro del reino de Valencia y algunas ciudades italianas. La veneración a Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia por parte de la Orden de Predicadores debía mostrar algún elemento que la relacionara con los dominicos y no con los mercedarios; la amistad entre fray Juan Gilabert y Vicente Ferrer fue aprovechada para dicha asociación, considerando que el grado de siervo de Dios únicamente permitía un culto privado.
Una relación directa de san Lorenzo con esta advocación mariana es difícil de establecer, pero cobra sentido la relación histórica hacia la segunda mitad del siglo XVI; en 1556, tropas francesas invadieron el reino de Nápoles; el rey Felipe II ordenó a las tropas españolas que estaban en los Paises Bajos invadir Francia; el 10 de agosto de 1557, los franceses avanzaron sobre la ciudad de San Quintín, pero fueron sorprendidos y perdieron la batalla; ese día se celebraba la festividad de San Lorenzo, por lo que el rey consideró que el triunfo se había logrado por la intervención del santo. El martirio de San Lorenzo se dio en Roma, en el año 258, pero cobró vigencia en el tercer cuarto del siglo XVI, cuando Felipe II mandó construir el monasterio de El Escorial, con planta arquitectónica en forma de parrilla, en honor al mártir; El Escorial al inicio estuvo relacionado con la orden jerónima. En resumen, la asociación de los dos santos con la virgen María tiene un origen ambiguo; fue un tema desarrollado por los artistas de mediados del siglo XVII, con clara referencia a eventos históricos de moda en esa época. El sínodo valentino de 1631 autorizó las representaciones de la virgen en pie; en 1647 se le incorporó la peana y se autorizó la veneración pública.
La representación de la virgen María es de una joven mujer que tiene vestido y manto rojo, decorados con diseños vegetales en dorado y aplicaciones de perlas. De tez clara, tiene cabello negro, largo, levemente ensortijado, cubierto por una fina mantilla blanca. Tiene una corona que con lemniscata decorada con perlas y como remate un esfera con cruz. Atrás de la cabeza tiene un resplandor radiante que alterna con pequeñas estrellas o chispitas. El brazo derecho lo tiene extendido hacia abajo, con la mano sostiene un ramo de azucenas como símbolo de su Inmaculada Concepción. Con el brazo izquierdo sostiene al Niño Jesús; lleva vestido rojo, similar al de la virgen, decorado con diseños vegetales en dorado y perlas. Con la mano izquierda sostiene una cruz de madera que apoya sobre el hombro.
A los pies de María hay dos niños con pañal; sostienen collares de perlas; su presencia simboliza a los santos inocentes. La peana, decorada con flores, tiene un rótulo sostenido en los extremos por un ángel; muestra el título de Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia. A los lados de la virgen hay representaciones de un candelero sostenido por un ángel; tiene una vela encendida, como símbolo de las cofradías relacionadas y a cargo de mantener el culto.
En la parte inferior, a la izquierda del observador, está la representación de San Lorenzo, quien viste una dalmática con bordados vegetales; con la mano derecha sostiene una hoja de palma como atributo de su calidad de mártir.
A la derecha del observador está la representación de un joven dominco, san Vicente Ferrer, que tiene la mano derecha apoyada sobre el pecho y con la mano izquierda sostiene una trompeta; ésta representa el mensaje apocalíptico que practicaba el santo.
Esta obra, óleo sobre tela, de formato ovalado, fue elaborada en Santiago de Guatemala durante la segunda mitad del siglo XVII; el modelo de referencia debió ser alguna estampa o dibujo en un libro, porque la ubicación de la escultura dentro de una hornacina hace referencia a la representación valenciana; de autor anónimo, a pesar de tener advocación de origen mercedario, presenta una clara inclinación a la devoción mariana dominica.
No se trata de San Lorenzo, sino de San Vicente Mártir, natural de Valencia, muy tradicional representarlo junto con San Vicente Ferrer, junto a la Patrona de esa ciudad..